2013/02/10

El sueño


Hola. Usted no me lo va a creer, pero hace no muchos días soñé con usted.
El rostro de la señorita no pudo ocultar lo que en ese momento, tan espontáneo e inesperado, pasó por su cabeza: miedo, primero, después, probablemente al notar el rostro inofensivo del joven, alivio y luego del desconcierto obvio provocado por escuchar esas palabras de alguien a quien nunca había visto, la señorita mostró en sus ojos, en la configuración de sus cejas, en el leve movimiento de su cabeza sobre el eje de su cuello y en la sutil manera de levantar la comisura de sus labios, lo que el joven esperaba: curiosidad.
Era la señal buscada por el joven para darle valor. Cualquier expresión distinta hubiera significado que la señorita no era con quien había soñado hace no muchos días. Pero ella quería saber quién era el. Pensó entonces el joven lo que muchos años más tarde, cuando dejó el vicio de la juventud, confirmaría, que la señorita no le tenía miedo a la vida, y esto es lo que el soñó, alguien que le enseñara como vivir sin miedo.
Esa tarde tomaron café, el siguiente mes se tomaron de la mano.

2 comentarios:

Veronica Cultid dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Bryan Dávalos dijo...

Grandes escritos espero que sigas publicando, me gustaría seguir leyéndote. ¡Felicitaciones!