Ingravidamente cae. Siente la presión del océano en sus once costados. Cada vez más y más pesado, el mar, lo asfixia... pero sigue habiendo vida en él. Una tripulación, el alma, quien lo conduce más y más profundo y de vez en cuando, lo lleva a la superficie. No se puede decir que lo sacan a flote, porque siempre esta flotando, ingrávido, mientras cae, sintiendo la presión del océano, cada vez más pesado.
El submarino se hunde, pero no deja de haber vida en él.
Pero no hay submarino que pueda bajar para siempre, hay un punto, donde la presión del océano es mucha. Es un punto sin regreso. Cuando se llega ahí, no hay energía nuclear que lo pueda sacar.
El submarino muere, con su tripulación, quien le daba vida.
Un submarino y nada más. Sintiendo la presión del océano en sus once costados. Respaldado por la existencia de su tripulación, quien recuerda cómo es la superficie, cómo es la luz del sol, cómo es tierra firme, cómo es respirar el aire fresco...
Y añoran subir y ver el azul del cielo, pero el submarino es de metal. Y se hunde. Y se hunde...
Y no se si va a llegar al punto de no regreso... Nadie lo sabe
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